El diputado Eduardo Pastoriza (h), presidente de la Comisión de Minería y ariete objetor de la política minera oficial en la Cámara baja, explicó las razones de su ausencia en la visita al yacimiento Bajo La Alumbrera que organizó la Secretaría de Minería. Es de esperar que tanto la empresa minera como el Gobierno de la Provincia hagan lo necesario para reparar la imperdonable ofensa cometida en contra de uno de los pocos legisladores dignos que van quedando y, en él, a todo el Parlamento y a la comunidad en su conjunto.

Aparte de señalar que le informaron a su criterio demasiado tarde sobre la expedición, Pastoriza consideró agraviantes los requerimientos para ingresar al yacimiento: "Nos pedían cuestiones con las patentes de los vehículos con los que íbamos a viajar, cuestiones que tienen que ver con los choferes con los que íbamos a viajar, y nos pedían, con absoluta y total falta de respeto, que no lleváramos armas, alcohol o drogas. Así nos indicaba el Secretario de Minería.

Es decir: nos pedía que no fuéramos en estado de ebriedad”. Habrase visto el tupé ¿A quién puede ocurrírsele que de la Legislatura, ese recinto de la templanza, ejemplo de moderación y faro de virtudes para las generaciones pasadas, presentes y por venir, pueda salir alguien con inclinaciones a ingerir pecaminosos productos como alcohol o estupefacientes? Semejante suposición solo puede provenir de alguien que vive aislado y no ha tenido oportunidad de advertir las sobradas y cabales muestras de moderación y hasta puritanismo de los tribunos provincianos ¿Cómo se atreven el Secretario de Minería y los responsables del yacimiento Bajo La Alumbrera siquiera insinuar que alguno de sus invitados podía llevar alcohol o drogas, o asistir a una visita ebrios, cuando es unánime el consenso en torno al ascetismo que se practica en la Legislatura? 

Tiene razón Pastoriza en ofenderse por el destrato y no cabe más que adherir a sus manifestaciones. "Bajo ningún punto de vista vamos a permitir a quienes nos están estafando, nos están robando, que nos digan a los representantes del pueblo que no vayan a concurrir en estado de ebriedad. Es una falta de respeto al pueblo de Catamarca, no se lo podemos permitir a quienes nos están estafando”, advirtió. No puede quedar impune un agravio de tamaña magnitud. La Secretaría de Minería y Minera Alumbrera deberían pedir disculpas públicas, por muy humillante que les resulte. Al menos tendrían que enviar una caja de agua mineral sin gas a cada uno de los diputados, ya que es sabido que no ingieren ningún tipo de bebida espirituosa, aunque acaso desciendan, si es estrictamente necesario por razones protocolares, al agua saborizada. 

De no mediar explicaciones, la propia Cámara de Diputados habrá de exigirlas, y repudiará la "total y absoluta falta de respeto” perpetrada contra el honorable cuerpo con el seguro respaldo de todo el pueblo catamarqueño ofendido en sus fibras más íntimas y dispuesto sin dudas a responder por la sobriedad de sus representantes. Más aún tratándose del joven y promisorio diputado Pastoriza, primer exponente del novedoso parlamentarismo dinástico. Comprenderá el legislador las dificultades que tienen los actores políticos y sociales para adaptarse a los vertiginosos cambios institucionales que supone el ingreso al Parlamento por vía de abdicación de candidaturas.

Es su caso, precisamente: la banca de diputado provincial le fue ofrecida por el F3P en primer término a Eduardo Pastoriza padre quien, cual Juan Carlos de España, delegó el honor con la condición de que recayera en su hijo, también Eduardo, ayuno tal vez de trayectoria pero no de genes, de modo que legítimo sucesor. Medio monárquico el procedimiento, pero plenamente justificado: la democracia catamarqueña no podía privarse de un legislador tan celoso de la honorabilidad de los abstemios como Eduardo Pastoriza (h), aun cuando su celo no se manifieste en forma tan enfática cuando se trata de refrenar la angurria presupuestaria de sus cófrades de la "casta política".