(Por Rómulo Mucho) La intención de la reciente Ley que promueve el acceso de jóvenes al mercado laboral es buena. Sobre todo si se tiene en cuenta que en el Perú, un 9.2% de los jóvenes de 18 a 25 años está desempleado (esta tasa es 4 veces superior a la de los adultos). La ley busca que el costo laboral no salarial (beneficios sociales) que actualmente es del 54% disminuya a 14% en el caso de jóvenes entre 18 y 24 años que no tienen experiencia laboral, y sólo tienen estudios secundarios, técnicos o truncos, buscando que tengan ingreso a planilla. Todos queremos que nuestros jóvenes tengan empleos dignos en los que gocen de beneficios sociales pero, considero que no se está enfocando la causa real del problema: la falta de empleo. Más importante que dar facilidades a pequeños empresarios para que contraten a jóvenes sin tener que incurrir en costos laborales que por ahora, le son un tanto elevados, es el generar las condiciones para que estos mismos empresarios puedan invertir y generar riqueza, y así contratar a jóvenes brindándole todos sus beneficios. En otras palabras, se tiene que crear un clima de apoyo a la inversión privada.

La reciente ley busca que la mayor parte de jóvenes peruanos tenga acceso a un trabajo digno pero, el gobierno no se da cuenta que esto no se logrará mientras no se formen más puestos de trabajo. El Perú tiene hoy,  todas las condiciones para generar estos puestos de trabajo. Somos un país en el que hay mucho por hacer. Si sólo nos propusiéramos desaparecer nuestra brecha en infraestructura (carreteras, vías férreas, puertos, hidroeléctricas, irrigaciones, etc.). Si tuviésemos como objetivo elevar la presencia del Estado mediante la construcción de escuelas y colegios rurales, postas médicas, hospitales, comisarías, abastecimiento de agua potable, servicios de desagüe, manejo adecuado de residuos sólidos, electrificación rural, mejoramiento de todas las pistas de las ciudades etc. Si sólo nos propusiéramos cerrar esta brecha, le sobraría trabajo a nuestra juventud. Porque no sólo habría oportunidades para quienes tienen la dicha de tener una profesión. Habría también oportunidades para los jóvenes que tienen su secundaria completa y necesitan sólo de una fuente de ingresos digna para poder estudiar y trabajar. 

El gobierno está tratando de repartir mejor la torta, cuando lo que debe hacer es aumentar la torta. En este sentido, la falta de apuesta del actual gobierno por el sector minero es incomprensible. Si bien es cierto, la minería no se caracteriza por una generación masiva de mano de obra directa (por el alto tecnificación que posee), genera una gran cantidad empleo de manera indirecta. Tenemos importantes proyectos mineros detenidos sin  que el gobierno “se la juegue” por ellos. La actual “permisología” tiene detenido el tema de las concesiones en infraestructura. Si centráramos nuestros esfuerzos en cerrar la brecha en infraestructura, en elevar la presencia del Estado en las zonas rurales y en desarrollar los proyectos del sector extractivo, toda  la juventud peruana tendría trabajo y no estaríamos en presencia de oportunistas que se suman a marchas sin haber hecho un análisis del problema de fondo: la falta de inversión.