Julio Turcumán.
En una Argentina donde las sorpresas son moneda corriente, resulta casi imposible predecir qué ocurrirá más allá del futuro inmediato. Y para ejemplo de esa afirmación, está este 2014 que ya se retira: si el lector puede hacer un poquito de memoria, allá por enero nada parecía tener solución, porque la minería se moría y la vitivinicultura quebraba. Y las consecuencias de esas caídas era poco menos que el apocalipsis. ¿Fue así? No, gracias a Dios. No hubo saqueos (ojalá no los haya nunca más) como algunos anticiparon y el dólar no llegó a los $20 como predijo, entre otros, la apocalíptica Elisa Carrió. Obviamente que muchos perdieron: los que tuvieron suerte pasaron de ganar $10.000 en Pascua-Lama a $5.000 en la construcción de casas. Y son los más afortunados, porque otros invirtieron sus indemnizaciones en pequeños negocios que ya ni existen. Y muchos otros, ni una cosa ni la otra. ¿Pudo ser peor? Sí, definitivamente. Si el Gobierno de la provincia no reactivaba la obra pública como lo hizo, arriesgando plata del presupuesto propio incluso, la historia hubiese sido otra y, seguro, mucho más dramática. Bien por eso. Sobre la vitivinicultura, el Gobierno parece no hallar el rumbo, aunque las últimas medidas cayeron más que bien en el sector. A pesar de esas jugadas, igual este 2014 se lleva las mismas materias previas que otros años: se construyeron muchos hospitales, pero no se logra atender en la periferia y la descentralización es una materia pendiente. La educación deberá esperar un año más por su ley, a pesar de la gran cantidad de escuelas que se construyeron. Y la Justicia sigue colapsada, a pesar de que éste Gobierno consiguió que los jueces se jubilaran con el 82% móvil. En resumen, este año que se va seguro no fue tan malo como prometía por acciones políticas acertadas, pero hay deudas todavía.
A toda esa introducción hay que agregarle la difícil situación institucional que se generó luego del accidente de José Luis Gioja. Si bien la provincia estuvo bien conducida por el vicegobernador Sergio Uñac y parte del equipo de Gioja, hay que admitirlo, los roces iban apareciendo a medida que avanzaba la internación del Gobernador. En pocas palabras, era la peor situación política: Gioja con un poder político inmenso, pero sin poder ejercerlo. Y Uñac tratando de conducir una debacle económica tomándose de un poder que no era propio; es decir, sin poder hacer giros bruscos, porque el espacio no se lo permitía. Afortunadamente casi nadie se salió del lugar que le correspondía, y eso hizo más llevadero el momento. Pero si la internación continuaba, los roces empezarían a notarse más, naturalmente. Con esas fricciones incluso Uñac tuvo la habilidad para no chocar la provincia y fue respetuoso del dueño del poder, que en política es más que un buen gesto.
En lo económico, hay mucho más para decir: el Gobierno ya con Gioja a la cabeza tuvo una sabia y rápida reacción ante el freno de Pascua-Lama al tomarse de la obra pública para mitigar la desocupación y el desinfle económico que provocó la caída del gigante binacional. Y fue toda una decisión, porque en eso la Nación ayudó, pero a medias. Una cosa es conseguir el OK político para una obra y otra es que la plata llegue, como ha ocurrido este año y otros anteriores. Gioja y su equipo no lo admitirán, pero se sabe que el Gobierno de la provincia ha tenido que salir a sostener con plata propia muchas de las obras que prometieron desde los despachos de Buenos Aires. No es que esa plata no vaya a llegar nunca, pero nadie sabe cuándo tampoco. Un poco porque la Nación no la pasa bien, y otro poco por esa mala costumbre centralista y egoísta que prefiere arreglar una calle en Buenos Aires porque vuelve con más votos, que mandar la plata comprometida a una provincia con muy pocos votos como San Juan. En ese contexto era toda una jugada el sacarle a las arcas provinciales, sin secarlas, para continuar la obra pública. Se hizo, y la provincia no se desfinanció, pagó sus obligaciones en tiempo y forma y hasta pudo entregar un plus a los empleados del Estado. Hay estudios que dicen que el Gobierno recuperó unos 5 mil empleos con los planes de obra pública, y que las casas fueron la gran herramienta para ese logro. Claro, este año se perdieron unos 6 mil empleos, aproximadamente. La cuenta hubiera salido mucho peor si no se continuaban la ruta 150, las casas y las obras viales, que es donde más plata puso la gestión local. Si se lee el Presupuesto 2015 con detenimiento, probablemente el año que viene sea igual a éste, lo que no es poco.
En el caso de la "industria madre", la situación está peor que nunca. Con heladas tardías y una capacidad de competitividad por el piso, el Gobierno intenta desde comienzos de este año equilibrar las cargas en la vitivinicultura. En general, parece una lucha injusta y casi perdida de arranque; injusta porque los problemas de competitividad son el resultado de un dólar no conveniente para los exportadores, cuestión que no arreglará Gioja desde San Juan. Y casi perdida porque por más que el Gobierno sanjuanino haga sobrehumanos intentos por mejorar el mercado, sólo atenderá el 30% del total. Mendoza tiene el resto y mueve la aguja, pero lo hace cuando los industriales le indican al Gobierno vecino que lo tiene que hacer, no cuando el Gobierno quiere hacerlo. Y por lo visto, ningún movimiento está en puerta. Todo en un contexto exportador nacional bastante malo: se calcula que las ventas externas de la Argentina concluirán 2014 en un nivel 13% inferior a las registradas en 2011. La caída de las exportaciones profundiza una caída de los dólares disponibles para importar piezas e insumos, que contribuyan a producir más y abastecer al mercado interno y generar a su vez mayores exportaciones en el futuro, para que ingresen más dólares al país. Gioja y su equipo han intentado por varias formas levantar los precios del vino, pero no lo han logrado. Las últimas decisiones, de postergar de manera inédita la fecha de liberación de vinos e inmovilizar los caldos, han caído bien en el sector, aunque todos miran a los vecinos del Sur esperando que cumplan lo que muchas veces han prometido, pero que no han concretarlo. Los industriales sanjuaninos valoran el esfuerzo de San Juan y Mendoza de hacerse cargo del problema, pero saben que la solución está en Capital Federal, no en los despachos cuyanos.
En el debe hay mucho también, no vaya a creer el lector que todo es color de rosas: aún hay filas en la madrugada en los hospitales, aún no se descentraliza la salud y las parturientas en su mayoría tienen que viajar para ver nacer a sus hijos. Y aún la inseguridad atemoriza, entre otros males endémicos. Este 2014 ya se va y sería bueno terminar el año reconociendo las cosas que se hicieron bien. Los que suelen predecir finales trágicos de películas tienen que aprender a escuchar a la gente, y no asustarla por intereses propios. No se fue todo al tacho como se pensaba, y ojalá el año que viene a esta altura, estemos diciendo lo mismo, con la misma tranquilidad de hoy.
La Argentina cierra este año con 25% más de inversión minera, o 317.419.100 millones de pesos distribuidos en más de 10 proyectos exploratorios en el país, incluyendo el reflote de El Pachón, en San Juan. En ese sentido todas las provincias mineras han dado un salto considerable en materia de desarrollo económico con efecto multiplicador en la generación de empleo, regalías y provisión local de insumos y servicios.
El panorama es diferente donde la presión de los movimientos ambientalistas ideológicos, sin conocimientos específicos, torcieron el brazo a los gobiernos para dictar leyes en contra de la minería, o archivar proyectos de inversión, sin dar lugar al debate y menos al esclarecimiento, de manera de hacer sustentable una explotación compatible con el resto de la actividad económica. A la hora del balance, el principal lamento es del gobernador de Mendoza, Francisco "Paco\'\' Pérez, por la frustración del proyecto Hierro Indio, el último tropiezo de numerosas factibilidades mineras con cifras siderales de inversión que fueron rechazadas.
En declaraciones periodísticas, Pérez sostuvo que al tema minero hay que abordarlo con un debate muy serio y profundo y, como una herramienta válida, podría incorporarse a las universidades para que lo lleven adelante. El mandatario expresó que si los departamentos declarados en defensa del medio ambiente, como los del Valle de Uco o General Alvear, sostiene una matriz productiva asociada al turismo o a la agroindustria, los va a apoyar con las obras necesarias, pero aclaró que también apoyará a Malargüe en su cruzada pro minera.
Es que Malargüe desde hace un siglo desarrolla el petróleo en convivencia con reservas como la Laguna de Llancanelo o centros turísticos como Las Leñas. "En el debate Hierro Indio se discutió con alguna intencionalidad y sobre todo cuando la gente se manifiesta. Como es difícil generar ese debate, aceleraron el proceso en la Legislatura y lo archivaron, que es lo más fácil, cuando tendrían que haber sentado a la comunidad que se opone y explicarle el proyecto. Ahí retrocedimos varios pasos como sociedad\'\', afirmó Pérez, sin ocultar su enojo.
La clase política y en particular los legisladores, exhibieron un total desinterés por el tema. Ni siquiera se informaron en que la etapa exploratoria de Hierro Indio no se utiliza agua (reclamo de los ecologistas) y que cambió el tratamiento del hierro de la década del \'70. Ahora se aplica otra tecnología, sin ninguna de sustancia química, ni prohibida ni permitida por la ley 7722 de Mendoza.
