LEONARDO G. RODRÍGUEZ*

El 9 de junio, actores representativos de la industria minera emitieron un documento titulado “CAMINOS HACIA UN DESARROLLO SUSTENTABLE - COMPROMISO Y LLAMAMIENTO DEL SECTOR MINERO HACIA LA SOCIEDAD ARGENTINA” en el que se hace hincapié, entre otras cuestiones, en los beneficios que trae aparejada la minería, destacando el trabajo de calidad, infraestructura e innovación, la generación de industrias, comercios y servicios locales, y el desarrollo de regiones. Se subraya que “nuestros hermanos chilenos producen con su minería más que el doble que todo nuestro complejo sojero; países federales como Australia o Canadá han apalancado buena parte de su desarrollo en el aprovechamiento de sus minerales”.

Para quienes conocemos la industria minera, la respuesta ala pregunta del título de esta nota es un “no” rotundo, pero a poco que se analiza la percepción que la sociedad -en general- tiene de la industria minera, ese “no” rotundo parece debilitarse. En efecto, si los beneficios de la industria minera deben ser continuamente puestos de manifiesto, elloevidentemente obedece a que tales beneficios no son debidamente percibidos por la sociedad. Caso contrario, no sería necesario resaltarlos constantemente ni tampoco existirían dudas en darle un espaldarazo definitivo a la minería para que, de una vez por todas, dejemos de hablar de su potencial y comencemos a hablar del desarrollo, de la puesta en valor de ese potencial.

El documento que he citado en esta nota hace referencia, también, a la preocupación por el impacto de la actividad minera sobre el medio ambiente. Esta preocupación es normalmente puesta de manifiesto por quienes buscan argumentos para entorpecer el desarrollo minero y, en general,tienen acogida en la sociedad. Existen actividades económicas, distintas de la minera, que impactan sobre el medio ambiente, lo modifican y degradan. Sin embargo, no se pone en tela de juicio su continuidad o desarrollo, ya que la sociedad percibe que son necesarias o beneficiosas. Pocas industrias están sometidas a los controles ambientales a los que se somete a la actividad minera.

Pero sólo a la actividad minera se la cuestiona tan despiadadamente desde esta perspectiva y, así, parece que de nada sirve explicar cuáles son los controles ambientales que se aplican, ni la estrictez de los mismos. Puede que los cuestionamientos ambientales sean acogidos por la sociedad por no detenerse a analizarlos con espíritu crítico: en definitiva, no vale la pena perder tiempo en desentrañar las mentiras que rodean los cuestionamientos ambientales a la actividad minera si se percibe a la minería como una actividad que no reporta beneficios.

Resulta saludable que la declaración citada en el primer párrafo de esta nota señale que el desarrollo minero “…será posible mejorando y profundizando los procesos de participación y el diálogo, para lograr un efectivo beneficio de las comunidades cercanas a los proyectos mineros y trabajando con responsabilidad social de forma tangible, efectiva, previsible y con proyección a futuro”.

Debo detenerme en la palabra “tangible”. Como he señalado, los beneficios de la industria minera no están resultando “tangibles” para la sociedad. Por ello, es saludable que los actores de la industria adviertan la necesidad de lograr esa tangibilidad.

Ahora bien, ¿cómo quitar la venda de los ojos de la sociedad y hacer que los beneficios de la minería sean directamente apreciables por todos? La respuesta puede encontrarse en el documento que vengo citando, ya que señala que “Es necesario que desde el inicio mismo de cada proyecto minero se incorpore un plan estratégico del municipio y de las zonas aledañas para producir el efecto de desarrollo zonal y generación de una economía sustentable más allá del plazo de existencia de cada uno de ellos”.

Sin embargo, puede invocarse que el párrafo transcripto precedentemente es una mera declaración de principios y, todavía, no resulta suficiente para hacer tangibles los beneficios de la minería. Hay algo ineludible: un proyecto minero dura mientras duran las reservas económicamente explotables.

Lamentablemente, no hay forma de continuar un proyecto que se queda sin reservas económicamente explotables. En Argentina, la sociedad parece reclamar que la sostenibilidad de un proyecto sólo es viable si dura para siempre, cosa que es económica y materialmente imposible, y en ningún país minero parece esbozarse algo similar.

Siempre se contrasta el desarrollo minero de Chile con el argentino y se concluye que no hay razón para que la Argentina no tenga idéntico desarrollo. Sin embargo, todo parece indicar que no deberíamos insistir en esa comparación como único argumento para promover nuestro desarrollo minero puesto que la sociedad continúa teniendo dudas. Por lo tanto, debemos aproximarnos a la sociedad en forma creativa, para lograr convencerla de que el desarrollo minero puede reportarle grandes beneficios.

Estamos en Argentina y tenemos que enfrentarnos a la realidad que se nos presenta. Como he dicho, la sociedad argentina no parece contentarse con los beneficios directos de la actividad minera en la forma que se han venido exponiendo. Parece exigir algo más, como que los beneficios de un proyecto minero continúen luego de que concluya su explotación.

Normalmente, un proyecto minero conduce al desarrollo de la zona en la que se asienta, pero es el Estado quien debe asegurar que ese desarrollo perdure luego de que el proyecto concluya su vida útil. Sin embargo, al momento, no se ha logrado que ello ocurra o, al menos, que la sociedad logre percibirlo. Por lo tanto, todo parece indicar que serán las empresas quienes deberán pensar qué actividades económicas pueden desarrollarse para que perduren luego de que sus proyectos culminen su vida útil.

En tal sentido, corresponde preguntarse si al tiempo de realizar el estudio de factibilidad de un proyecto puede incluirse, además, la factibilidad de alguna otra actividad económica que tenga una permanencia superior a la del proyecto minero. Así, las tierras de algunos proyectos mineros podrían resultar viablespara la plantación de especies arbóreas que aseguren una explotación forestal; en otros lugares, la piscicultura podría resultar viable. Y así, seguramente, encontraremos distintos ejemplos.

No se me escapa que las empresas deben haber evaluado proyectos de este tipo. Las condiciones climáticas y los suelos agrestes en los que se desarrolla la minería, seguramente, dejan un muy acotado margen de actividades económicas –distintas de la minería- que puedan desarrollarse eficazmente.

Sin embargo, un buen esquema de incentivos estatales para que las empresas mineras desarrollen o promuevan el desarrollo de industrias perdurables en el tiempo en la zona de sus proyectos es una cuestión que conviene ser analizada. De hecho, por ejemplo, con relación a proyectos forestales, la Ley 25.080 establece incentivos que van desde estabilidad fiscal, devolución del IVA, tratamiento diferencial de impuesto a las ganancias, y un apoyo económico no reintegrable del Estado para la implantación de especies forestales.

Si se lograra que luego de concluida la explotación de un proyecto minero, el área donde éste se desarrolló continúaalbergando una actividad económica de envergadura (por ejemplo, la citada explotación forestal o la piscicultura), pocos argumentos en contra quedarán para aquellos que no ven el progreso que trae aparejado la industria minera. Pero lo más importante es que se le mostrará a la sociedad un beneficio directo y no acotado en el tiempo: actividades económicas perdurables, que no hubieran tenido cabida si el proyecto minero no hubiera existido en la zona en cuestión.

En otra oportunidad podremos analizar qué tipos de actividades económicas podrían resultar viables desde el momento de la construcción de un proyecto minero y qué tipo de beneficios deberían consensuarse con el Estado para emprenderlas.

En esta oportunidad, sólo quise invitar a reflexionar a todos quienes están involucrados en la industria minera argentina sobre la necesidad de buscar mecanismos creativos que hagan tangibles los beneficios de la minería y, de esa forma, emprender un camino sin retrocesos hacia su aceptación social.

*Abogado de Marval, O’Farrell&Mairal