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ANÁLISIS
Canedo: Blanqueo suma fichas. Kohan: Salva el plan de Macri
21/07/2016

Cada vez más fichas puestas al blanqueo

CLARÍN

DANIEL FERNÁNDEZ CANEDO

La consultora Elypsis jugó la primera carta: dijo que la inflación de julio es menor al 2%, “por primera vez desde octubre de 2015”.

Un adelanto de los cálculos del Estudio Bein indica que rondará entre 1,7 y 1,8% y con un dato adicional: el conjunto de los alimentos tendría una suba de 0,7% respecto de junio.

Así en julio, por segundo mes consecutivo, las mediciones inflacionarias del sector privado podrían resultar inferiores a las del INDEC y a las que realiza la Ciudad de Buenos Aires, que adelantan índices en torno a 2,3%.

La baja en el ritmo de aumento de los precios sería el primer dato alentador para el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, que a pesar de las críticas dentro y fuera del Gobierno, sostuvo su política de contracción monetaria.

Para poner en números y sin entrar en categorías técnicas: la cantidad de pesos que había dando vueltas por la economía crecía al 40% anual a comienzos de año y ahora lo hace al 27%.

Esa baja del ritmo de crecimiento de los agregados monetarios tuvo como causa principal que el Banco Central contrajo la cantidad de pesos pagando tasas altas por las letras que le ofrece todas las semanas al mercado.

Empezó con 38% anual en marzo y ahora está en 30,25% para las letras de 35 días.

¿Las bajará el próximo martes ahora que pareciera que la inflación podría estar cediendo?

Según dicen en el Banco Central, Sturzenegger quiere ser prudente y no apurarse a bajar las tasas aunque dentro del Gobierno le reclaman un descenso más acelerado para ver si ayuda a una reactivación de la actividad económica que aún aparece lejana.

Dentro y fuera del Gobierno se cayó en la cuenta que bajar la inflación es una condición necesaria pero no suficiente para reactivar.

La Argentina sigue teniendo cinco años de estancamiento con alta inflación, en una medianía económica que demuestra estar durando más allá de los pronósticos.

Una parte del Gobierno aparece sorprendida porque el aumento anunciado en las inversiones y la reactivación de la obra pública aún no dan frutos reactivadores para compensar la caída del casi diez puntos del poder de compra que registran los salarios en la primera parte del año.

La comparación es sencilla: la inversión no llega a representar el 20% del producto bruto mientras que el consumo sigue detentando casi el 80%.

La inversión debería crecer exponencialmente para compensar la baja del consumo que se sigue sintiendo en casi todas las ramas de la actividad.

Pero el Gobierno ahora tiene en mente que el nuevo “motor” será el blanqueo de capitales.

En la AFIP trabajan a ritmo forzado en la reglamentación esperando la promulgación de la ley, que sigue demorada.

Los funcionarios siguen diciendo que esperan que se declaren entre US$ 20.000 y US$ 25.000 millones, pero bajo cuerda reconocen que esperan más.

Banqueros privados llegaron a pronosticar declaraciones por entre US$ 60.000 y US$ 80.000 millones pero, a ciencia cierta, nadie sabe cual sería un número realista, precisamente por tratarse de plata negra.

Pero lo que sí creen los funcionarios, sin saber muy bien en que se basan, es que el bono a siete años que pagará 1% anual y que permitirá blanquear 3 dólares por cada uno declarado podría resultarle atractivo a los blanqueadores.

A ciencia cierta, no se sabe si lo dicen porque lo creen o porque los desean ya que si ese bono tiene muchos compradores el Gobierno podría dar un salto financiero cualitativo.

Dicen en la Casa Rosada que, por esa vía, el ministro Alfonso Prat-Gay podría armar un programa en el que la Argentina no tuviese necesidad de salir al mercado a buscar financiamiento externo por los próximos dos años.

Parte de ese motor más potente descansa en lo que ya está pasando con la entrada de capitales al país.

El Banco Central compró US$ 7.400 millones en el segundo trimestre.

En la últimas semanas, el volumen promedio de negociación en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires pasó de unos $ 200 millones a casi $ 400 millones.

Y bancos y casas de cambio aumentaron de 3,5% a 5,5% las comisiones para traer dólares del exterior en un mercado en el que la cotización conocida cómo “contado con liquidación”, que antes se usaba para llevar divisas al exterior y cotizaba por encima del dólar oficial, ahora lo hace por debajo.

Esos datos se suman a que hay provincias y empresas que están saliendo a buscar fondos afuera, y lo consiguen con cierta fluidez.

Chubut logró US$ 500 millones (pagó 7,75% anual con respaldo de regalías petroleras) y una firma de energía cómo Albanesi obtuvo US$ 250 millones (el costo fue más de 9%) y el Banco de Galicia obtuvo US$ 250 millones con un costo algo superior a 8% anual.

En otras palabras, dólares no le faltan a una Argentina que sigue pagando tasas de entre 6,5% en los bonos y hasta 9% en empresas en un mundo de tasas de interés muy cercanas a cero.

A diario, surgen evidencias de que a nivel mundial sobra el ahorro y faltan proyectos de inversión.

Es por eso que la Argentina, cuyos títulos públicos siguen ofreciendo rentas superiores a 6% anual, tendría asegurado el financiamiento en el mediano plazo.

Tener financiamiento es una buena noticia; el reparo puede estar en la magnitud y el destino.

Argentina tiene hoy un bajo nivel de deuda privada y un margen amplio para hacerlo crecer. Así también podrá cubrir el déficit fiscal.

En ese contexto, no pasó desapercibida la decisión de Prat-Gay de pedirle al Banco Central que tome una letra intransferible a cambio de US$ 4.000 millones para efectuar pagos al exterior.

En el Banco Central parecen querer hacer oídos sordos para cumplir con un mecanismo tan usado en el pasado reciente que concluyó en vaciarlo de reservas.

También frente a ese tema, las autoridades apuestan que el blanqueo genere tantos dólares que permita que Prat-Gay no necesite de las reservas de Sturzenegger.

El blanqueo juega hoy como el “motor” más fuerte que piensa encender el Gobierno.

Muy pronto, se correrá el telón y se verá la obra

Con u$s 5000 millones posibles, el blanqueo salva el plan de Macri

CRONISTA

GUILLERMO KOHAN

Parece cada vez más claro que buena parte de la suerte económica del presidente Macri y de los argentinos descansa estas horas en el resultado del tan mentado blanqueo de capitales y activos dentro y fuera del país. Las dificultades para bajar el déficit fiscal y la inflación que en consecuencia tarda en ceder demoran la reactivación, y la respuesta que se obtenga con la convocatoria al blanqueo podría torcer el fiel de la balanza a la hora de formar expectativas y reanimar, si funciona, la confianza y las inversiones.

Es obvio que un blanqueo exitoso aliviará la carga de mayor déficit que el plan de Macri finalmente determinó en todos los frentes, a la vez que el ingreso de capitales que pudiera destinarse a la inversión local sumará en la cuenta de mayor actividad y mayor empleo. Donde Macri equilibre un poco las cuentas, el escenario económico podría despejarse, con menos inflación y eventualmente menos ajuste en el corto plazo. Ideal para llegar a las elecciones del año próximo.

Todavía no se conoce la letra chica de la reglamentación de la Ley ya promulgada. Los argentinos de la clase alta y de la clase media alta deambulan como Hamlet, mirando sus resúmenes de cuenta y sus escrituras, con el dilema de blanquear o no blanquear. Juegan múltiples determinaciones en cada uno y resulta imposible en una nota periodística intentar conclusiones científicas.

Pero aplicando el sentido común, y más de 30 años recorriendo empresas, bancos y los centros financieros y turísticos del mundo; y en contacto con el sector de la sociedad que podría estar incluido en los que tienen algo para blanquear, este periodista podría concluir que por peor que salga, el blanqueo lo salva definitivamente a Macri. Curioso destino para el sector medio alto y alto de la sociedad, que lo votó desesperadamente al ex jefe de Gobierno porteño para alejar a la Argentina de Venezuela, y ahora tiene que pagar la cuenta para que el proyecto no naufrague antes de llegar.

Infografía de Ámbito

Los números de esta nota están todos hechos en borrador, y desde luego admiten errores de la mano alzada. El lector podrá revisarlas. Pero suponemos que hay unos 50.000 argentinos que tienen propiedades en las playas uruguayas y 10 mil argentinos en Miami, más otros 5 mil argentinos con departamentos o casas en Nueva York, París o las playas chilenas. Y 70.000 argentinos que tienen propiedades en el país y nunca las declararon. Si ponemos un promedio de u$s 200.000 por propiedad en el exterior y u$s 100.000 en Argentina, y todos declaran todo, se llega a unos u$s 20.000 millones que se blanquearían de propiedades por todo concepto. Es decir u$s 1000 millones de recaudación, al famoso 5% de costo.

No es poco, pero lógicamente lo que salva o condiciona el plan económico de Macri depende de cuánto la gente esté dispuesta a blanquear del cash que mantiene en cuentas bancarias del exterior, o en cajas de seguridad u otros resguardos, algunos sorprendentes por lo que se verifica en videos judiciales en estos tiempos de destape judicial y político.

Está claro que todos los especialistas, abogados, contadores y banqueros, recomiendan a los clientes blanquear. Es cierto que los bancos tratan de resolver sus propios problemas de compliance con las normas jurídicas cada vez más rígidas, y además los brokers locales tienen la servilleta colgada del cuello esperando que la gente abra cuentas bancarias y de inversión en el país, para blanquear el dinero o parte de lo que mantienen escondido afuera.

Hay un argumento fatídico para los ahorristas con fondos no declarados: si en el futuro te llegan a agarrar, el dolor de cabeza y el costo puede ser mucho más grave que hoy. Y efectivamente existen motivos para pensar que, tarde o temprano, el Estado argentino tendrá acceso a la información de los registros bancarios y de activos en el resto del mundo.

En general se opina hoy que lo único más o menos a salvo estaría todavía en Estados Unidos, el único país relevante que no firmó las actas de buchoneo internacional que sí firmaron Suiza, Uruguay y otros paraísos más o menos confiables. A quienes por ningún motivo se los puede convencer a que blanqueen, se les recomienda llevar todo a Estados Unidos, y no tener ni propiedades ni cuentas bancarias a nombre de personas en ese país. "Tapar las cuentas o las propiedades con una sociedad de las British Virgin Islands (BVI)", afirman en la jerga.

Nunca Panamá ni Bahamas, después de los Panamá Papers. Pero esto regiría solo para Estados Unidos, que nunca informó hasta ahora detalles de la conformación de sociedades, ni siquiera con los países con los que sí tiene acuerdos, caso Chile o Colombia. Sí informó Estados Unidos, a requerimiento judicial, el nombre de personas que tenían cuentas allí, nunca si estas cuentas estaban tapadas con sociedades.

Nada, en cambio, estaría a salvo en Uruguay, donde la AFIP podría lograr detalles sobre todo de propiedades inscriptas a nombre de personas. Tener propiedades o cuentas en Uruguay a nombre de empresas off shore, práctica muy habitual desde los 60s hasta fin de los 90s, ya resulta carísimo por los impuestos que cobra Uruguay a las sociedades extranjeras, versus los incentivos a colocar esos bienes a nombre de personas. El mínimo no imponible para propiedades a nombre de personas, en Uruguay, es u$s 250.000, diez veces mayor a la Argentina.

Un matrimonio con una propiedad a nombre de los dos no paga hasta el medio millón de dólares. Por eso lo más probable es que los que tienen propiedades en Uruguay en general van a blanquearlas. Les conviene también por cuestiones sucesorias, en estos días en que también hay que cuidar a los hijos de los desastres impositivos y de otras índoles que consignan los padres.

También se opina que a la hora de elegir cómo blanquear, la plata grande elegiría pagar la tasa del blanqueo antes que inmovilizar muchos fondos en los bonos argentinos, de 3 a 7 años, que permiten blanquear supuestamente sin costo. Los profesionales del mercado hacen las cuentas y explican que conviene mucho más, para correr riesgo argentino, invertir en bonos que rinden 6% a 7%, y en dos años el cupón paga el costo del blanqueo y el dinero está siempre libre en el país o el exterior.
Otro elemento en este caso alentador para la industria financiera local, es que efectivamente los especialistas en banca privada recomiendan a sus clientes, si blanquean, mantener sus cuentas bancarias en el exterior, pero abrir a la vez una cuenta de inversión en la Argentina. Resulta más cómodo para entrar y salir con inversiones, aprovechar las interminables bicicletas financieras locales que multiplican por diez los magros rendimientos afuera y permitir una maximización de la renta financiera, todo legal.

Nadie arriesga el monto que podría blanquearse, de los miles de millones que tienen los argentinos bien guardados. Todo indica que los motivos de presión legal para blanquear, tanto a nivel internacional como las leyes locales, opera sobre las propiedades y el dinero bancario. Bienes o fondos que están registrados en cuentas. El efectivo que se encuentra escondido difícilmente se blanquee mucho, salvo quien necesite justificar compra de bienes registrables en el futuro.

Es cierto que cada vez es más difícil operar en efectivo, pero el costo del blanqueo es muy elevado y fue poco inteligente el Gobierno al no formular escalas para alentar el blanqueo del efectivo. Pagar 10% del ahorro por dinero que difícilmente te van a descubrir no tiene mucho sentido. Y la gente que tiene mucho dinero, en todo caso va a blanquear lo que tiene en una cuenta, no lo que está encanutado en el santuario que cada uno elija.

Volviendo al sentido común y a la Universidad de la Calle, y otra vez suponiendo que unos 50 mil argentinos estarían en condiciones de blanquear dinero en cuentas del exterior, las cuentas caseras allí pueden tornarse sorprendentes y muy alentadoras para el Gobierno. Dividimos esos 50 mil argentinos en cinco grupos de 10 mil. Y suponemos que cada grupo de 10 mil tiene cuentas con saldos entre u$s 300.000 los más pobretones, y u$s 5 millones cada una los potentados, en promedio. Si todo esto fuera cierto, y todos los 50 mil argentinos aludidos blanquearan todo, se llegaría a unos u$s 90.000 millones que serían declarados, con una recaudación potencial de unos u$s 6000 millones para el país, suponiendo que la tasa promedio que se pagaría fuera 7% dado las distintas alternativas para blanquear.

Es decir que por el cash de los argentinos afuera, el Estado podría recaudar seis veces lo que ingresaría por el blanqueo de propiedades. Si todo fuera un fracaso, y el resultado fuera la mitad de las cuentas del sentido común que se ensayaron en esta nota, aún así podrían ingresar entre 2000 y 3000 millones al fisco. Aún peor, si uno de cada cuatro argentinos en condición de blanquear efectivamente lo hace, el Gobierno se llevaría unos u$s 1500 millones. Como quiera que sea, con un ingreso potencial al Fisco entre u$s 1500 y u$s 5000 millones, y aún con las restricciones que se impusieron para blanquear, lo más probable es que efectivamente los ricos terminen salvando a Macri. El costo, dicen los oficialistas, de no ser la Venezuela de Chávez y Maduro.

 

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