MARIO BENSIMÓN*
Así, describiendo el previsible final feliz, la bibliografía infantil alegraba a sus pequeños lectores. Personajes castigados por mayúsculas injusticias, tratos indignos y obstáculos permanentes, que el autor corregía apenas en un par de páginas, para que el destino de ellos se modificara mágicamente.
Las perdices, el menú elegido sólo por permitir la rima sencilla con la ineludible “…y vivieron felices”. Distinto hubiera sido el menú seleccionado si el final hubiera sido otro.
Pero claro que una injusticia semejante resultaba creíble, sólo si el esperado final modificaba el destino para siempre. Es bastante difícil imaginar un personaje que siempre fuera objeto de mala fortuna.
Esta expectativa de desenlace feliz es la que abriga a los vecinos de la Meseta Central Chubutense. Una comunidad que sólo ha sido noticia por sus desventuras. Protagonista histórica de una subdivisión minifundista de la tierra que, aún en el mejor de los casos, los condena a una economía de mera subsistencia, por la baja receptividad animal que alcanzan sus suelos.
Castigada por años de sequía que han dificultado aún más la capacidad para mantener a sus animales. A todo ello se le suman las cenizas de los últimos volcanes que han entrado en erupción y que se han depositado allí como parte de un plan maléfico.
Aportando sólo el 2% del producto bruto geográfico de la provincia, la Meseta Central chubutense ha sido olvidada en los proyectos de desarrollo provinciales y sólo fue tenida en cuenta cuando a finales de la década del 80 se requería ubicar un basurero nuclear.
Pero a pesar de este contexto que asfixia a cualquier lector con una pizca de sensibilidad social, como salidos del final de un cuento infantil, los últimos años parecen cambiar el destino de la zona.
En efecto, luego de años de investigación se acreditó científicamente que la Meseta Central Chubutense resulta ser una de las 9 zonas del mundo con mayor potencialidad minera.
Dueña entonces de riquezas incomparables, la Meseta se aparece como la esperanza de una provincia que requiere una inmediata revisión de su matriz productiva, peligrosamente dependiente de la explotación petrolera. Y entonces la suerte parece estar cambiando.
Los minerales, que siempre estuvieron allí esperando el momento propicio para aparecer a pocas páginas del final del cuento,parece que finalmente modificarán para siempre la vida de los protagonistas.
Y ocurrió que de repente la Meseta cuenta a la fecha con el proyecto de plata más importante del mundo, que por si algo faltaba para la comparación elegida se denomina “Navidad”, y con el Proyecto de uranio denominado “Cerro Solo”, capaz de alimentar la demanda de las todas las Centrales Nucleares existentes en el país. Todo en la meseta.
Además se ha comprobado en estos años la existencia en el lugar de importantes reservas de agua y de diferente calidad, lo que permitirá desarrollar distintas actividades agropecuarias, industriales, y obviamente garantizar el consumo humano del vital elemento.
El contexto entonces ha cambiado como por arte de magia, pero al final del cuento le faltan todavía un par de páginas.
Es hora entonces que el autor, munido de las herramientas necesarias, eche mano a su creatividad e inspiración, de manera de modificar para siempre la vida de una comunidad que, paciente como pocas, ha esperado su momento, este momento.
* Doctor Mario Bensimón, Secretario de la Cámara de Proveedores Mineros