DANIEL BOSQUE
“Zurdos de mierda, los vamos a matar a todos”, se escuchó la voz seca, con acento porteño, por el viejo teléfono negro de Entel de la desvencijada emisora. La amenaza tenía su razón de ser, Radio Nacional San Juan, a la que con picardía Leopoldo Bravo llamaba “Radio Nicaragua”, no paraba de informar sobre la sublevación. Los militares carapintadas se habían rebelado en Córdoba contra sus mandos naturales, comenzando por Luis Polo y el “Nabo” Barreiro en Córdoba, a los que luego había seguido el que sería el más famoso de todos, Aldo Rico, desde Campo de Mayo.
Quien escuchó el apriete telefónico de “los servicios” fue el que suscribe, recién llegado a LRA 23 desde Buenos Aires como columnista de "Radio Abierta", un programa bastante escuchado por las polémicas picantes entre sus conductores, Ricardo Olivera y Daniel Illanes, con Bravo y el bloquismo gobernante. La modesta filial nada que ver con los tiempos actuales en los medios estatales: el presupuesto era presupuesto y un ejemplo es que este periodista había sido contratado como si fuera un violinista de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Radio Nacional, un ardid del gobierno radical para reasignar partidas pobres.
La movida militar avanzaba y redoblaba la apuesta: “no queremos juicios ni revisión de nada de lo actuado en la lucha contra la subversión”, decía desafiante Rico desde su cara embetunada que entonces no presagiaba que terminaría siendo, en los '90, intendente peronista.
No había internet ni celulares, pero las instrucciones de "la Coordinadora” a las radios oficiales esparcidas por el país no tardaron en llegar: mantengan la programación habitual y esperen novedades. La “programación habitual” en San Juan era por entonces propalar música clásica toda la bendita Semana Santa, algo más light que la música sacra que regalaba, por ejemplo, la católica Radio Colón.
El joven José Podda, director de la modesta emisora, decidió no esperar instrucciones y promover la defensa de la democracia. Los periodistas fuimos a la radio y alguien llevó el libro “Nunca más”, el informe de la CONADEP que narraba tropelías de los sublevados, en particular de Barreiro, otrora mandamás de La Perla en Córdoba, donde murieron unas 2.000 personas. Decenas de oyentes quisieron dejar su mensaje en los estudios de la radio en edificio del Correo .
No había entonces en San Juan el abanico radial de hoy y la casi artesanal Radio Nacional competía, como tercera en la grilla, con las históricas Radio Colón y Radio Sarmiento. “Por favor, déjense de joder y vuelvan a pasar música”, imploraba un vocero del bloquismo, mientras el gobernador, Ruiz Aguilar, continuaba desaparecido en las Termas de Pismanta. Ya era tarde, el sábado nuestra radio se había quedado con el 100% de la audiencia y, resignadas, las otras emisoras dejaron la música y para informar de la sublevación.
El circuito informativo era más precario y nadie sabía a ciencia cierta donde estaban las tropas del general Alais que contaban baldosas desde Entre Ríos, para reprimir a Rico y compañía.
El domingo por la mañana, en el cenit del conflicto, con miles de argentinos movilizados y los políticos negociando con los militares, LRA 23 juntó a más de 5.000 sanjuaninos en la Plaza 25 de Mayo. “Radio Nacional, Radio Nacional” coreaban, y en el palco Podda, junto Jorge Méndez, Cecilia Yornet, Carlos Romera y otros colegas leían las adhesiones democráticas.
Poco después Alfonsín diría “Felices Pascuas”, “La casa está en orden”, tras lo cual vendrían las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Sólo las juntas militares quedarían como responsables de la represión de los '70, pero luego serían indultadas en los albores menemistas.
El radicalismo de San Juan no supo aprovechar el desubique bloquista y derrotar en la primavera a Carlos Gómez Centurión. Pero esa es otra historia. Para un grupo de noveles periodistas y sus fieles oyentes, quedaría en el recuerdo aquella vigilia que a muchos sanjuaninos los llevó a quedarse en un sólo lugar del dial.
