Finalmente la cuprera canceló casi US$ 1,5 millón. El compromiso que incumplió fue la habilitación del parque rupestre Monte Aranda.

Tras casi tres años desde que fue cursada la primera sanción y tras una modifcación realizada por la autoridad, finalmente Minera Los Pelambres pagó la multa que la Superintendencia de Medio Ambiente le cursó por incumplir los compromisos adoptados en materia de conservación de restos arqueológicos.

El 9 de junio la mayor de las operaciones de Antofagasta Minerals, el brazo minero del grupo Luksic, pagó casi US$ 1,5 millones (1.744 UTA) correspondientes a la modificación de la multa que inicialmente la entidad fiscalizadora le cursó a inicios de 2014, pero que debió repetir por orden del Tribunal Ambiental.

La multa corresponde a una fiscalización realizada en 2013, cuando la autoridad acusó incumplimiento de acciones comprometidas para la protección del patrimonio arqueológico.

Antofagasta Minerals explicó que esto se debió a las dificultades que enfrentaron para habilitar el Parque Rupestre Monte Aranda, que recién abrió sus puertas en abril de este año, ubicándose como el museo al aire libre más grande del país.

Allí se exhiben los petroglifos encontrados en el sector de emplazamiento del tranque El Mauro y que estaban diseminados en la parte alta del valle del Pupío. El recinto comprende 25 hectáreas, con tres senderos a través de los que se exhiben 242 bloques de piedra con petroglifos.

“Más allá de las dificultades que tuvimos para poder habilitar el parque rupestre y la consecuente multa aplicada por la SMA, creemos que lo relevante para todos es que estamos cumpliendo íntegramente los compromisos de protección a nuestro patrimonio arqueológico y que hoy la comunidad cuenta con nuevos espacios culturales, que rescatan y ponen en valor la historia y tradiciones del Valle del Pupío”, indicó Jorge Araneda, gerente de asuntos públicos de Los Pelambres.

La firma explicó que la habilitación del recinto significó el rescate arqueológico de mayor envergadura realizado a nivel nacional, el que requirió la participación de 200 profesionales (arqueólogos, antropólogos y sociólogos) además de ingenieros para trasladar las piedras, que en algunos casos superan la tonelada.