Danae Mlynarz Puig*

Inversiones sí, pero también un diálogo efectivo, que permita concertar entre las comunidades, los gobiernos locales y los privados hacia dónde se quiere avanzar y cómo las empresas pueden aportar.

Hace algunos días realizamos un seminario junto con PULSO para conversar sobre qué significa un diálogo territorial efectivo y cómo hacer de las grandes inversiones en Chile no sólo plataformas generadoras de riquezas, sino que oportunidades concretas para el desarrollo de las comunidades donde estas se instalan.

Partimos un debate conscientes de que las palabras “diálogo”, “efectividad”, “desarrollo”, están absolutamente agotadas, sobreexigidas y rebalsadas de connotaciones atribuidas por las experiencias de cada quien, pero no por eso dejan de ser importantes de resignificar. Y tal como preveeíamos, el diagnóstico inicial de nuestros panelistas fue que existe una “fatiga” del diálogo en Chile. 

Participaban el sacerdote Fernando Montes; Joaquín Villarino, del Consejo Minero; Javier Zulueta, del Ministerio de Energía; el dirigente social Mario Orellana; Luis Cordero, de Espacio Público, y otros convocados, quienes lograban en conjunto representar a una gama amplia de intereses.

Y aunque todos relevaban la importancia de contar con mecanismos de participación amplios y transversales a la hora de tomar decisiones, quedó en evidencia la necesidad y urgencia de hacer las cosas con otro estilo y avanzar hacia un diálogo vinculante. 

Los proyectos de minería, energía e infraestructura inmobiliaria representan 85% del total de las inversiones en Chile y gran parte de ellas se instala fuera de la Región Metropolitana. Son, por tanto, excelentes oportunidades para redistribuir la riqueza. Pero los proyectos en construcción han bajado 36% desde 2013 y la inversión extranjera directa (IED) en Chile ha caído 50% desde 2014.

No quiero por ningún motivo decir con ello que debemos crecer a través de cualquier tipo de proyectos, pero sí creo que se necesitan inversiones que más allá de un crecimiento económico, se presenten como plataformas para el desarrollo humano y sean un aporte real a la calidad de vida de los habitantes. Inversiones sí, pero también un diálogo efectivo, que permita concertar entre las comunidades, los gobiernos locales y los privados, el hacia dónde se quiere avanzar y cómo las empresas pueden aportar a materializar esa visión. 

Se necesitan diálogos en igualdad de condiciones, donde todos tengan las herramientas y capacidades para representar sus intereses. Líderes que no sólo pongan en la mesa sus motivaciones, sino que las de toda su colectividad. Información legible y validada para todos los actores. Impactos evaluados desde una mirada integral, no sólo desde una perspectiva medioambiental.

Hoy nos encontramos diseñando una política pública, Institucionalidad de Diálogo Territorial, que nace desde la disposición y compromiso de actores privados, públicos y de la sociedad civil, articulados por Alianza Valor Minero y con aportes del Ministerio de Economía y Corfo, para avanzar en esa dirección. Conscientes de que sólo la construcción conjunta y la validación de una política por una amplia gama de actores insertará a nuestro país en el escenario en el que necesita estar, hoy hacemos una invitación a revitalizar el diálogo.

*Gerenta de Proyecto Institucionalidad de Diálogo Territorial.