Marcial García Schreck*
Resulta desconcertante el afán de ciertos grupos de interés por desmerecer el enorme aporte de la minería a la recaudación. Abundan artículos y publicaciones con un evidente sesgo ideológico que acusan a las mineras de pagar pocos impuestos. El argumento más repetido es que gozan de exoneraciones y beneficios tributarios que no se ofrecen a otras empresas. Esa falsa suposición es asumida con frecuencia como verdadera, sin ningún análisis ni filtro.
Contrariamente a lo que sostienen quienes se oponen a la minería, lo cierto es que es una de las actividades que más contribuyen al fisco, tanto en términos absolutos, como relativos a otros sectores de la economía. A diferencia del resto, la minería además de pagar el Impuesto a la Renta (IR), también es gravada con regalías, el Impuesto Especial a la Minería y el Gravamen Especial a la Minería.
Mientras que la tasa impositiva total de una empresa promedio en el Perú es de 35.6% de la utilidad (según cálculos del Banco Mundial), las mineras soportan una carga fiscal que sube en función del margen operativo, fluctuando entre 42% y 52%. Las más rentables pagan un mayor porcentaje que las menos rentables. Con esas cifras estamos por encima del rango de la región que va de 38% hasta 51%, lo que sugiere que no hay espacio para subir más los impuestos como proponen algunos.
Estas comparaciones sirven para poner las cosas en perspectiva y también para recordarnos que no estamos solos en la competencia por la inversión minera y que hay un límite a los tributos que podemos imponerle a esta. Después de todo, y contra lo que parecen creer ciertos analistas, nuestro país no es el único con yacimientos en el mundo. Sin ir muy lejos, Chile tiene una riqueza mineral muy similar a la nuestra, pero aplica una menor presión fiscal, actualmente de entre 31% y 49%.
Como si no fuera suficiente, las mineras con contratos de estabilidad pagan una prima de 2% adicional de IR. La depreciación acelerada a que tienen derecho solo les permite diferir el impuesto; no es una exoneración. Si bien la recaudación minera ha venido disminuyendo en la última década, ello básicamente se debe a los menores precios de los principales metales que exportamos. Sin embargo, hay más de una razón para ser optimistas. Para empezar, nos va a ayudar que las cotizaciones hayan empezado a repuntar (cobre en 22.5%, oro en 15.2% y zinc un 21.3% en lo que va del año).
A ello se suma el aumento de los volúmenes producidos, lo cual responde a proyectos que ingresaron en años anteriores. En vista de ese desempeño, las utilidades de las empresas del sector ya están creciendo (en conjunto en 43% en el segundo trimestre), luego de cuatro años de fuertes caídas, lo que hace presagiar una pronta recuperación de los ingresos fiscales provenientes de la actividad minería.
*Socio de Impuestos en EY