El oro ha pasado de dibujar un rally que ha durado más de siete meses, pero desde el pasado mes de febrero ha entrado en declive.
El metal dorado, que fue uno de los activos estrella en la segunda mitad del 2018 arrancó bien 2019 llegando incluso a los 1.340 dólares por onza. Sin embargo, desde el 19 de febrero el oro ha entrado en una espiral bajista que no le deja remontar y que le ha dejado cotizando en menos de 1.270 dólares por onza.
Los motivos parecen encontrarse en la Reserva Federal y en el mercado bursátil. La decisión de la Fed de mantener los tipos llevó a las bolsas a entrar en una gran dinámica alcista que todavía perdura. Además, los resultados presentados por las empresas cotizadas en Estados Unidos están siendo, en ocasiones, mejor de lo esperado. Por tanto, el optimismo ha vuelto a apoderarse de la renta variable. Cuando esto ocurre, el oro tiende a bajar porque actúa como activo refugio en tiempos convulsos.
Jordan Roy-Byrne, técnico de mercados y editor de TheDailyGold Premium, ha señalado a Reuters que lo que beneficiaría al oro. "Si la Fed no recorta los tipos en los próximos 12 meses, entonces lo mejor que podría pasarle al oro sería una caída de la inflación que lleve a un descenso de los tipos de interés reales y a una mayor pendiente de la curva de rendimiento”, explica.
Para la gestora WisdomTree, el precio del oro se ve afectado por cuatro principales variantes: las variaciones en la cesta del dólar, la inflación marcada por el Índice de Precios al Consumo (IPC), las variaciones en los rendimientos nominales de los bonos del Tesoro de EE.UU. a 10 años y el sentimiento de los inversores (medido por el posicionamiento especulativo en el mercado de futuros).
Pero no solo estas variantes afectan al precio del oro, los mercados de renta variable también lo hacen. “Las variaciones anuales en los precios del oro han marcado una correlación negativa con las variaciones anuales del S&P 500”, asegura Nitesh Shah, director de análisis de WisdomTree. Además, la volatilidad del mercado también afecta, positivamente, al oro. Pero, además, la hoja de balance de la Reserva Federal de los Estados Unidos también influye.
La gestora WisdomTree, especialista en materias primas, ha dibujado un escenario base con tres variantes. En el mejor de los casos, el oro terminaría el año con 1.530 dólares de valoración por onza. En el escenario actual, es decir siguiendo la tendencia el oro podría irse hasta los 1.369 dólares, 100 dólares más que su cotización actual. Por último, en el peor de los casos el metal acabaría el año en los 1.141 dólares.
Los expertos prevén que la volatilidad en torno al metal se mantenga a corto plazo. En adelante debería beneficiarse de un dólar estadounidense que se está debilitando. "Si bien la Reserva Federal se ha vuelto más cautelosa y es poco probable que aumente los tipos de interés este año, el dólar aún debería mantenerse fuerte durante los próximos meses, en parte como reflejo de la debilidad de otras monedas. Esto podría causar una mayor volatilidad a corto plazo para el oro", prevén en el banco privado Julius Baer.
Otra cosa será lo que suceda a partir del año que viene, cuando las preocupaciones en torno al crecimiento global se introduzcan en los mercados financieros, lo que podría llevar a más inversores a ponerse a cubierto. En este contexto, los mismos analistas contemplan un movimiento en los precios del metal hacia los 1.325 dólares a tres meses y hacia los 1.400 dólares a un año.
"Dado el comportamiento defensivo del oro no podemos descartar un cambio de tendencia, abandonando esta situación bajista en la que lleva varias semanas inmerso para retomar nuevamente la tendencia alcista de fin de 2018, en un escenario negativo de la renta variable", coinciden desde XTB. Desde su punto de vista es posible que este escenario se dé a finales de este año o a comienzos del siguiente, si atendemos al deterioro de los principales indicadores económicos mundiales, y sobre todo europeos, y a la inmersión de la curva de tipos que vaticina una posible etapa de recesión.