Mientras el Gobierno trata de definir cómo resolver las dos batallas que centrifugan su gestión en este final de año (la pelea por la Ley de Medios y el pleito en EE.UU. con los fondos buitre) persiste la expectativa sobre cómo actuará en el tercer frente clave que tiene abierto, y que en caso de resolverlo bien, le garantizará el plus de crecimiento que necesita en 2013 para sostener su estrategia política en las elecciones de octubre.
Es que las decisiones que Cristina Kirchner tiene que tomar en breve en materia de energía pueden volverse tan importantes como la cosecha de soja. La estatizada YPF está anudando de a poco acuerdos para avanzar en la exploración del yacimiento Vaca Muerta, considerado uno de los principales reservorios de petróleo y gas no convencional. Pero tiene enfrente a Repsol, que cumplió su promesa de enjuiciar a las empresas que acepten explotar un bien que todavía está en litigio judicial. En paralelo, debe definir cómo financiará el subsidio que le permitirá a las petroleras percibir 200% más por el gas nuevo.
Si el Gobierno sortea con una negociación inteligente el frente que le abrió Repsol (cuya demanda está en manos del juez Thomas Griesa), se asegura fondos frescos y baja más los subsidios al sector, habrá descubierto una energía para la economía mucho más positiva que la guerra por el monopolio del relato.