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Minería
INTERESANTE EDITORIAL SOBRE PERALTA VS. CERRO CAZADOR
22/07/2013

Un ataque injusto y desmedido

AIMSA-SantaCruz - Por Roberto Mendoza especial para la Opinión Austral

Por estos días, varios funcionarios provinciales, encabezados por el propio gobernador Daniel Peralta, amenazaron a las empresas mineras advirtiendo que no les iban a permitir que dejaran sin trabajo a un solo trabajador. Las últimas advertencias las realizó Peralta en el acto de entrega de llaves a trabajadores enrolados en AOMA, el martes pasado en Puerto San Julián, en el que el secretario general del gremio a nivel provincial, Javier Castro, también reclamó que las distintas operadoras no recurran a los despidos como única fórmula para reducir gastos.

Entra dentro de la lógica de la representatividad sindical, y es uno de los pilares básicos de ese desenvolvimiento, que la conducción de un gremio se oponga a la reducción de las fuentes de trabajo, por los medios que estén a su alcance, por supuesto siempre dentro de las normas legales en vigencia.

Lo que es, cuanto menos, reprochable, es que esa misma posición sea tomada en forma acrítica, automática y como si se tratara de un tercero que nada tiene que ver en el asunto, por el propio Estado provincial, el que, como contrapartida, no toma la misma actitud cuando la medida gremial de los trabajadores se realiza en contra de sus propias decisiones, como ha ocurrido en los últimos tiempos con docentes, empleados públicos o trabajadores de la salud, por caso.

Esto viene a cuento porque, en el marco de esas advertencias que realizó Peralta el martes en San Julián, atacó con nombre y apellido a una empresa que desde hace varios años está explorando en Santa Cruz en total soledad, asociada en varias ocasiones a la minera estatal Fomicruz (en La Josefina y La Valenciana), operada y conducida por gente que hace años que recorre el Macizo del Deseado identificando reservas que se han convertido –o en algún momento se convertirán– en yacimientos productivos, y tratando de mantener su actividad en marcha pese a los distintos factores que vienen frenando la inversión de riesgo, muchos externos y otros internos, a los que nos hemos referido en estas páginas en más de una ocasión.

En el estrado del Cine Teatro “Talía” de Puerto San Julián –reconstruido y dotado de adelantos técnicos y mobiliario con fondos mineros provenientes de Cerro Vanguardia, dicho sea de paso– Peralta dirigió su reprimenda a la empresa exploradora junior Cerro Cazador -subsidiaria de Hunt Mining que preside el prestigioso geólogo Danilo Silva–, diciendo que “tuvieron los cateos correspondientes y lograron los permisos mineros en Santa Cruz, y sin embargo, en la primera de cambio se fueron despidiendo a treinta trabajadores”, y prometió: “Esta operadora no va a volver nunca más a la Provincia porque no va a tener nunca más un permiso minero ni para cateo, ni para explorar, ni para explotar”.

La posición asumida por el gobernador tiene varias aristas discutibles, pero es, ante todo, tremendamente injusta con una empresa minera compuesta por profesionales que no han tomado la decisión de suspender las exploraciones desde la comodidad de sus hogares en algún rincón del planeta, sino que lo hicieron en plena estepa patagónica, donde han vivido la mayor parte del tiempo junto a los demás trabajadores, resistiendo no solamente las difíciles características climáticas de la zona, sino también los reiterados asedios de camioneros que exigían que contrataran a tal o cual empresa a mayor precio y en desmedro de otra, sin que nunca nadie los auxiliara, lo que hizo que muchas otras compañías pequeñas, como esta –e incluso algunas grandes– tuvieran que retirarse de la zona mucho antes de que los costos comenzaran a ser inmanejables o las inversiones menguaran.

A principios de año, la exploración minera había descendido en Santa Cruz a menos de la mitad del año anterior –que ya presentaba una caída importante con respecto a 2011–, especialmente en el sector de las denominadas junior. Según datos de la cámara de proveedores locales, Capromisa, ya en noviembre de 2012 se había perdido cerca de 500 puestos de trabajo en las empresas que les prestan servicios a estas compañías, por la concurrencia de varios factores, de los cuales el asedio impune de los camioneros no era el menor.

Cerro Cazador fue una de las últimas junior en retirarse, en gran medida por la tozudez y pasión de su gente. Hace poco más de un año, en una entrevista que reprodujimos aquí, su presidente Danilo Silva decía, explicando cómo es su trabajo: “Nosotros armamos nuestras carpas en medio de campo, porque para hacer este trabajo hay que tener alma de explorador, de boy scout, y estar preparados para la adversidad climática. Nosotros amamos este trabajo, que consiste en buscar y encontrar riqueza donde otros creían que no había nada”.

En retroceso

Las mineras junior no producen riqueza ni extraen un solo gramo de oro o plata, así que mal pueden haber ganado grandes sumas en años anteriores. Lo que hacen es lograr el apoyo de capitales de riesgo –captados en bolsas internacionales– para financiar la exploración de las áreas sobre las que obtienen los permisos y, si se obtienen buenos resultados y el depósito explorado es factible de ser explotado (lo que ocurre, en promedio en menos de un 10 por ciento de los casos), se hará un acuerdo de venta o asociación con una minera más grande, dedicada a la producción, la que tomará a su cargo y desarrollará ese yacimiento.

Si hay inestabilidad o retracción del mercado de capitales de riesgo, dejan de lograr inversores mucho antes que los que ya están produciendo. Si el precio del oro o la plata sube muy por encima de los valores medios, se les aumentan los costos, pero como ellas no producen, esa suba no significa mayor ganancia. Y si el país o la región da distintas señales de no ser tan atractiva como otras zonas para la inversión, las bolsas les retiran mucho antes el apoyo.

Esto es así porque, en definitiva, una compañía minera que se encuentra en producción, puede en última instancia bajar costos o aumentar eficiencia para continuar, y si no hay flujo de divisas desde el exterior, puede echar mano a sus propias ganancias para mantenerse por algún tiempo más. Por el contrario, si una exploradora no recibe inversión, no tiene más que pasar a cuarteles de invierno hasta que cambien las condiciones, sencillamente porque no tiene nada para vender.

Con la decisión de impulsar su nuevo impuesto minero, el gobierno provincial no provocó esta crisis, pero sí ha agregado un elemento más que la agrava. Y sí ha sido responsable de que mediaran dos años desde la primer reunión en Perito Moreno entre empresas, proveedores y gobierno, en la que se pidió que se tomaran medidas para frenar los desmanes que sufrían las exploradoras en el campo, y nada pasó y muchas, entre ellas Cerro Cazador, también se fueron por ello.

Agraviar a una empresa porque se retira en un momento en que todas lo hacen, prometiendo además que, contrariando la misma ley minera, no le permitirá “volver a pisar la Provincia”, es, cuanto menos, desmedido.


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