El gobierno nacional, por medio de voceros no identificados, puso la mira en TGN y TGS. Concretamente, las responsabilizó por la falta de gas, las acusó de no haber efectuado inversiones y las amenazó con quitarles las concesiones.
Habría que tomar en serio esta intimidación. La administración nacional, que no acierta en dar una respuesta coordinada y planificada a un problema grave, parece estar buscando un chivo emisario al cual responsabilizar de acuerdo a una lógica implacable: si no hay soluciones, que haya culpables.
Está claro que la crisis energética no la provocaron ni TGS ni TGN. Por el contrario, las dos transportadoras sufren sus consecuencias porque su facturación depende de la cantidad de gas que transporten. Y la realidad es que hay menos gas para una demanda que crece.
A fines de mayo, ante la primera ola de frío, explotó con toda su crudeza la crisis energética. Pasaron 15 días, hasta este nuevo cimbronazo, que podrían haberse empleado en buscar una estrecha coordinación con todos los actores del sector energético para enfrentar la inevitable repetición de las bajas temperaturas en todo el país. Es el invierno, estúpido, se podría haber dicho en estos últimos días.
Pero no. En lugar de enfrentar el problema, el gobierno sólo atinó a negarlo con argumentos inverosímiles, acusó a los que reclamaron un sinceramiento, montó un show en Campana para convencer ¿a quién? de que los fideicomisos no son un fracaso. Y acusó a las empresas del sector. Primero fueron algunas generadoras, ahora es el turno de las transportadoras de gas.
Con la nueva ola polar, nuevamente las decisiones improvisadas de los funcionarios se hicieron notar. ¿Cuánto cortar? ¿A quién? Ante tamaño desbarajuste, el secretario Cameron presentó su renuncia, que fue rechazada.
Desde la caída de los marcos regulatorios, la ruptura de los contratos y la implementación de la ley de emergencia económica, las inversiones en infraestructura energética pasaron a ser responsabilidad del Estado. El medio que encontró para viabilizarlas fue el fideicomiso.
Pero los fideicomisos han logrado ampliar desde 2004 sólo un 5% la capacidad de transporte y a costa de un enorme escándalo de corrupción cuyas consecuencias aún no se vislumbran con claridad. Después del escándalo, los planes para ampliar los gasoductos troncales otro 17% están paralizados.
Si hay menos producción de gas es porque su precio local es bajo, prácticamente tres veces menos que el que se importa desde Bolivia. ¿Qué tiene el gas de Evo Morales que no tenga el de Loma de la Lata?
Si el frío aprieta, esta semana puede ser nefasta.